Gredos, 1991. — 273 p. — (Biblioteca románica hispánica: II Estudios y ensayos 272).
Si la libertad es tan necesaria para el hombre como el aire que respira - lo decía A. Machado, y qué bien que lo decía -, hablar es la necesidad suma, pues el habla nos hace libres y más aún, creadores, y creadores y libres colaborando con los demas hombres. Así podría resumir el lector la impresión que le ha causado la presente obra, colección de agudos estudios en torno a la naturaleza del lenguaje y a las direcciones, teorías, métodos y perspectivas de la frondosa, expansiva lingüística actual. Eugenio Caseriu, siempre crítico, se ha esforudo por complementar o fundir armónicamente doctrinas que sin razón alguna solían aparecer como antagónicas. Con estas poderosas clarificaciones se dibujan nítidos el lenguaje y las disciplinas lingüísticas, ahora deslindadas en sus respectivos campos.
Pongamos a un lado las disciplinas o los métodos. El lenguaje es una realidad cultural complejísima, polifacética (uno se lo imagina como un maravilloso telar de hilos entrecruzados y cambiantes), dada la diversidad de planos, categorías y funciones. Gracias al hablar -actividad humana cognoscitiva, fónico-semántica, intuitivo expresiva-queda unida nuestra conciencia con el mundo y con el prójimo. No es posible concebir el lenguaje sin significado (signos, símbolos), ni sin un onstante diálogo. En cuanto a las lenguas, son técnicas del lenguaje empleadas por una comunidad, continuadoras de una tradición y detenninadas bistóricamente, aunque no alcanzan realización concreta, claro está, sino merced a los hablantes. Esencial en una lengua es su energía, la dinámica creación y recreación por parte de los hablantes, el cambio continuo, la tensión entre. innovación individual y norma social.